China se mantiene firme en la defensa del orden económico y comercial internacional
#BEIJING A
petición de la parte estadounidense, China y Estados Unidos iniciaron el sábado
una reunión de alto nivel sobre asuntos económicos y comerciales en Ginebra,
Suiza. China decidió entablar contactos con la parte estadounidense tras
considerar plenamente las expectativas globales, los intereses nacionales y los
llamamientos de las empresas y consumidores estadounidenses.
China posee
una gran capacidad de resiliencia y cuenta con abundantes herramientas
políticas para salvaguardar sus legítimos derechos e intereses. Está dispuesta
a trabajar junto con la comunidad internacional para oponerse de manera
conjunta a todas las formas de unilateralismo, proteccionismo y coerción
económica.
Ya sea que
el camino por delante pase por la negociación o por la confrontación, una cosa
está clara: la determinación de China de proteger sus intereses de desarrollo
es inquebrantable, al igual que su postura a favor del mantenimiento del orden
económico y comercial del mundo.
El abuso
imprudente de los aranceles por parte de Estados Unidos ha contravenido
flagrantemente las normas de la Organización Mundial del Comercio y
desestabiliza el orden económico global. Lejos de servir a un propósito
legítimo, estos aranceles punitivos representan un intento deliberado de
subvertir el sistema de comercio multilateral, perjudicando los intereses
legítimos de países de todo el mundo.
Para el
propio Estados Unidos, su ofensiva arancelaria equivale a un daño económico
autoinfligido: no soluciona los problemas estructurales de fondo, pero sí ha
provocado volatilidad en los mercados financieros, ha alimentado la inflación
interna, ha erosionado la capacidad industrial y ha elevado el riesgo de
recesión.
Como las
dos mayores economías del mundo, China y Estados Unidos comparten un interés
fundamental en garantizar la solidez y estabilidad de sus vínculos comerciales.
Los sectores empresarial y académico estadounidenses han subrayado de forma
constante que el comercio internacional no es un juego de suma cero, sino una
vía para promover el beneficio mutuo y el éxito compartido. Los responsables
políticos estadounidenses deberían escuchar estas voces racionales y objetivas,
y tomar medidas concretas para devolver las relaciones comerciales entre China
y Estados Unidos a una senda de crecimiento sano y estable.
Ante los
crecientes llamados por la estabilidad económica, la decisión de sentarse a
negociar representa un paso positivo y necesario para resolver desacuerdos y
evitar una mayor escalada. Pero como China ha enfatizado reiteradamente, el
diálogo significativo solo puede avanzar sobre la base del respeto mutuo, la
consulta equitativa y el beneficio compartido.
Si
Washington está verdaderamente comprometido a resolver las fricciones
comerciales mediante el diálogo, primero debe afrontar el daño que sus
políticas arancelarias han causado no solo al sistema comercial global, sino
también a su propia economía y población.
Debe
respetar las normas comerciales internacionales vigentes y adherirse a los
principios de equidad y justicia. Las conversaciones no deben convertirse jamás
en un pretexto para ejercer coerción o chantaje, y China rechazará firmemente
cualquier propuesta que comprometa los principios fundamentales o socave la
causa más amplia de la equidad global.
Frente el
proteccionismo y la intimidación económica de Estados Unidos, China ha
desplegado contramedidas decisivas y ha buscado el respaldo multilateral a
través de las Naciones Unidas y otros foros globales, con el fin de amplificar
el llamado a la justicia. Las acciones de China defienden no solo sus propios
derechos legítimos de desarrollo, sino también los intereses compartidos de
toda la comunidad internacional, en particular los de las naciones más pequeñas
y en desarrollo.
China ha
tomado nota de que algunas economías también están negociando con Estados
Unidos. Es importante subrayar que ceder ante presiones no conduce a la paz, ni
el compromiso se gana el respeto. Sostener posturas con principios y defender
la equidad y la justicia siguen siendo la vía correcta para salvaguardar los
intereses legítimos.
En el
fondo, no se trata solo de una disputa comercial: es un enfrentamiento entre
dos visiones fundamentalmente distintas en esta era de globalización económica.
Una está basada en la apertura, la cooperación y el crecimiento compartido; la
otra, impulsada por la confrontación, la exclusión y una mentalidad de suma cero.
Las
conversaciones en Suiza representan un paso crucial hacia la resolución del
problema. Sin embargo, su resolución definitiva requerirá suficiente paciencia
estratégica y perseverancia, así como el firme respaldo de la comunidad
internacional a la justicia.
China acude
a las conversaciones en Ginebra con plena confianza en sus sólidos fundamentos
económicos. Su economía creció un 5,4 por ciento interanual en el primer
trimestre de 2025; en 2024, el volumen total de importaciones y exportaciones
de bienes superó los 43 billones de yuanes (alrededor de 5,94 billones de
dólares), con una cartera comercial más diversificada y una mejor composición
de exportaciones.
Al mismo
tiempo, la innovación en políticas y la vitalidad del mercado avanzan de la
mano: nuevas medidas fiscales y monetarias, desde recortes de tasas de interés
hasta apoyos específicos para la innovación y el bienestar social, han
fortalecido aún más las perspectivas de crecimiento y la capacidad de China
para enfrentar choques externos.
En un
momento en que la globalización enfrenta tensiones y el proteccionismo va en
aumento, China ha optado por no encerrarse. Por el contrario, ha redoblado su
apuesta por la apertura, promoviendo la liberalización del comercio y la
inversión con renovada determinación y creando oportunidades para un desarrollo
compartido a nivel mundial.
La postura
de China es clara: sin importar cómo cambie el panorama mundial, seguirá
comprometida con la apertura, utilizando la fiabilidad de su propio desarrollo
para ayudar a contrarrestar las incertidumbres que enfrenta el resto del mundo.
Las guerras
comerciales y las disputas arancelarias no dejan ganadores. Una relación
China-Estados Unidos estable y constructiva responde a los intereses de ambas
naciones y del mundo entero. Es mediante un diálogo sostenido, una gestión
responsable de las diferencias y una cooperación más profunda de beneficio
mutuo entre las dos mayores economías del mundo que la economía global podrá
recuperar la confianza y el dinamismo que tanto necesita.
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